miércoles, 1 de junio de 2016

Diez signos que anuncian que tu relación está acabada

Todas las relaciones tienen sus altibajos, sus cumbres y sus simas. En muchas ocasiones, consideramos que pasar una mala época es normal y que tarde o temprano esta tocará a su fin, por lo que no nos damos cuenta de que llevamos meses o años sin que la relación muestre signos de mejora. En ocasiones pretendemos no aceptar que nuestra pareja ya no puede proporcionarnos la felicidad que nos otorgaba en sus inicios, por lo que hacemos caso omiso a los signos que nuestra relación nos envía, y que sin embargo se encuentran presentes en nuestra vida cotidiana. Aquí presentamos diez posibles señales que indican que algo va mal, aunque no necesariamente impliquen que la situación sea insalvable o que no podamos poner algo de nuestra parte para superarlo.
Pocas parejas funcionan si no son capaces de confiar en el otro para contarle cualquier cosa1.- Ya no tienes sexo con tu pareja
En la sociedad contemporánea, la mayor parte de personas consideran que la vitalidad de una relación amorosa se encuentra íntimamente ligada con una buena vida sexual. Aunque no siempre tiene por qué ser así, sí es cierto que una desaparición absoluta de los encuentros sexuales es un signo de que algo no marcha bien, especialmente si la situación se prolonga en el tiempo. En ocasiones, se debe a problemas de índole sexual que necesitan ser solucionados desde un punto de vista médico. Otras veces es algo transitorio, relacionado con el estrés y el cansancio. Pero en otras ocasiones, se trata de que ya ni siquiera nos planteamos la posibilidad de acostarnos con nuestra pareja, un claro síntoma de que algo marcha mal.
2.- La intimidad ha desaparecido
Los primeros días, meses, semanas y años de una relación suelen encontrarse llenos de carantoñas, besos y otras expresiones físicas de cercanía sentimental. La desaparición de tales signos de afecto es una señal de que nos hemos distanciado de nuestra pareja, puesto que ya no vemos la necesidad de expresarnos de manera que sienta nuestro afecto. Es normal que con el tiempo reduzcamos nuestras manifestaciones en este sentido, pero si hace meses que no somos ni siquiera capaces de dar un beso de buenas noches a nuestra pareja, quizá sea hora de replantearnos nuestra relación.
3.- Te cuesta contar las cosas
La pareja ideal es, al menos en un primer momento, aquella que te comprende a la perfección, que escucha atentamente todo lo que dices y que parece conocerte desde tu infancia. Pocas parejas funcionan si no son capaces de confiar en el otro para contarle cualquier cosa. Si notas que ya no sientes la misma necesidad de hablar con tu pareja y contarle tu día a día, tus miedos y ambiciones, inseguridades y deseos, y prefieres contárselos a un amigo, familiar o desconocido, es probable que tu relación esté empezando a resquebrajarse. También puede ocurrir que, por mucho que desees que tu pareja te escuche, esta se muestre indiferente, no le interese lo que cuentas o directamente no entienda lo que quieres contarle: mala señal.
4.- Siempre llamas tú
Una comunicación bidireccional y más o menos simétrica es vital en una pareja. En los albores de la relación, cuando los amantes se encuentran por primera vez, el deseo de estar con el otro es tan fuerte que por lo general el contacto se intentará establecer por las dos partes. Aunque por lo general es complicado que ambos miembros de la pareja actúen exactamente igual, en el momento en que uno deja de llamar, ponerse en contacto, escribir o sacar tiempo para encontrarse con su pareja y es el otro el que realiza todo el esfuerzo por fijar una cita, es probable que aquel que obvie la posibilidad del contacto haya perdido gran parte del interés por su pareja.
Las discusiones pueden ser relativamente frecuentes en una relación y pueden ser sanas5.- Ves más a tus amigos que a tu pareja
Una consecuencia negativa del compromiso amoroso es abandonar a nuestros amigos y familiares para pasar todo el tiempo absorbidos por nuestra pareja. De igual manera, invertir la situación y dejar que el tiempo que pasamos con nuestros amigos sea superior al que dedicamos a nuestras parejas es síntoma de que algo no marcha bien. También debemos preguntarnos por qué provocamos que la relación con nuestra pareja y nuestros amigos sea algo excluyente, cuando en la mayor parte de casos pueden combinarse sin problemas, de forma que nuestro novio o esposo sea también parte de nuestro círculo de amigos. 
6.- La diversión ha desaparecido
Toda relación sentimental sana genera felicidad, satisfacción e implica un cierto grado de diversión, aunque los miembros de la pareja sean personas serias.Forma parte de la intimidad de la pareja pasárselo bien juntos sin necesitar nada más, al igual que intentar sorprender de maneras muy distintas a tu pareja. Cuando la relación se prolonga en el tiempo, es normal que se normalice y los intentos de sorprender a la misma se reduzcan, pero si nunca nos lo pasamos bien, ya no realizamos actividades de ocio y no vemos la necesidad de innovar en nuestra vida en pareja, probablemente se deba a que ya no somos capaces de divertirnos con la misma.
7.- Las peleas son continuas y no ofrecen soluciones
Las discusiones pueden ser relativamente frecuentes en una relación, e incluso, pueden ser útiles, en el caso de que sirvan para solucionar problemas o poner de manifiesto situaciones que uno de los miembros de la pareja sienta como injustas. Sin embargo, hay otro tipo de enfrentamiento bastante común en las relaciones que están acabadas, y es el que no tiene un objeto claro, se compone de una infinidad de pequeños reproches y nunca deriva en una reconciliación, sino en una mayor tensión no resuelta. Se trata de una situación inaguantable en la que lo más sano es dar por terminada la relación.
Cuando una relación amorosa empieza a flaquear, es probable que tu pareja pase más tiempo en el trabajo8.- No se hacen planes de futuro
En el comienzo de cada relación se tiende a realizar una larga lista de actividades a realizar juntos o de hipotéticos viajes, aunque muchas veces sean pretensiones irrealizables o demasiado ambiciosas. No importa, porque lo importante no es tanto llevar a cabo esos planes como plantear un escenario común en el futuro. Cuando ya no se plantean tales situaciones, es probable que se deba a que ya no sintamos esa necesidad acuciante de hacer cosas juntos. Se trata de uno de los ejemplos más claros de que nuestra relación está acabada: si no podéis visualizar un futuro común, seguramente se deba a que no tenéis uno.
9.- Tu familia y amigos se dan cuenta de que algo va mal
En un gran número de ocasiones, la visión que los demás tienen de nosotros es mucho más certera que la que tenemos sobre nosotros mismos. Una de estas situaciones es la vida en pareja, en la que es difícil tomar distancia de la situación para comprender de qué forma la relación está afectando a nuestra vida. Cuando un comentario recurrente entre nuestro círculo de amigos es que nos ven mal, que no entienden el comportamiento de nuestra pareja hacia nosotros o piensan que somos infelices, es probable que tarde o temprano, quizá demasiado tarde, nosotros caigamos en la cuenta de que efectivamente así es. Otra cosa muy diferente son los comentarios maledicentes y perversos motivados por la envidia o la incomprensión.
10.- Tu pareja siempre tiene trabajo
Cuando una pareja empieza a salir, lo normal es sacar tiempo de donde no lo hay. Las horas en el trabajo se pasan lentamente, el día es largo y las noches son cortas. Sin embargo, cuando una relación amorosa empieza a mostrar síntomas de agotamiento, es probable que tu pareja pase más tiempo en el trabajo, se apunte a más eventos relacionados con el mismo, cene o salga de fiesta con sus compañeros… Es una forma de señalar que te está intentando evitar, y que de hecho prefiere compartir su tiempo con aquellos a los que ve durante ocho horas al día, que contigo. Si la excusa para no verte es siempre que tiene mucho trabajo, es probable que en más de una ocasión te haya mentido.

martes, 14 de octubre de 2014

Con aroma a mujer

Es campeona nacional de fisicoculturismo y entre sus principales objetivos está la consagración en el plano internacional. Condiciones y voluntad de trabajo le sobran, aunque reconoce que es muy difícil poder lograr el sueño de llegar a ser campeona fuera del país porque no son muchas las propuestas que tiene.
¿Por qué elegiste fisicoculturismo?
Porque cuando era chica no me gustaba mi físico. Primero empecé a hacer gimnasia, pero no me enganché. Quería sentirme mejor, verme mejor. Veía que los varones trabajaban con los "fierros" y tenían unas piernas bárbaras. Así arranqué con las pesas. En ese momento dije "esto es lo mío. Nunca más gimnasia, step, nada. Lo mío pasa por los "fierros".
¿A que edad comenzaste?
A los 20 años. El primer torneo que fui fue a los 24. Ya había nacido mi hijo Brian, pero estaba muy decidida a competir. Después tuve un paréntesis de unos seis años.
¿Por qué?
Porque estaba sola. Necesitás que alguien te ayude desde afuera. No es fácil encontrar a una persona que te apoye en esto. Me faltaba ese empujón que muchas veces necesitan los atletas, algo que sí tengo desde hace un tiempo. Por suerte hasta ahora va todo bien. Espero seguir así.
¿Es bueno o es malo comenzar a una avanzada edad con las pesas?
No es bueno empezar cuando sos muy joven porque todavía no desarrollaste totalmente el cuerpo. Lo ideal es esperar a desarrollarlo así no lo dañás. Después podés seguir hasta cualquier edad.
¿Por qué la mayoría de las mujeres prefiere hacer gimnasia en lugar de pesas?
No sé, será por una cuestión estética. A mi me encanta el cuerpo que tengo.
¿Te miran más que a cualquier otra chica?
Puede ser. El otro día fui al campeonato de levantamiento de pesas y me pasó algo parecido. Llegué con campera y pantalón, pero enseguida escuché "ahí está la fisicoculturista, mirá, mirá". 
¿Te molesta que todos te miren?
No, me encanta. Es más, cuando me saqué la ropa, después de estar muy tapada, sentí que me miraban todos. Lo que pasa es que se me nota. A pesar de ser muy chiquita, tengo unas piernas grandes, la cola y los hombros muy bien formados. Y eso lo logré con los "fierros".
¿Quiénes te miran más, los hombres o las mujeres?
Aunque te parezca mentira, las mujeres, porque te repito, soy chiquitita pero llena de músculos.
¿Recomendarías a las mujeres a iniciarse en esta disciplina?
Por su puesto. Esto es genial.
¿Cómo definís al fisicoculturismo?
Es un poco de exhibicionismo y seducción. Me encanta. Me gusta trabajar para tener más y más músculos, pero sin perder la figura. Soy sensual y me gusta la coquetería. En definitiva, trato de no perder el aspecto femenino por nada del mundo.

¿Cuánto tiempo le dedicás a las pesas?
Por lo general una hora a la mañana y otra a la tarde. Me gustaría poder estar más tiempo con los "fierros", pero por cuestiones de trabajo no lo puedo hacer. 
¿Todos los días?
Si algún día no puedo hacer, al siguiente estoy dos horas seguidas por turno para recuperar.
¿Intensificás los trabajos antes de cada torneo?
Claro. Durante todo el año trato de mantenerme, tranquila, pero cuando se vienen los torneos empiezo con las dietas y a trabajar en forma mas intensa. En esa época no podés perderte un día de entrenamiento.
¿Tenés que bajar de peso?
Es preferible llegar a los torneos con cuatro o cinco kilos abajo del límite de la categoría. Es decir, yo compito en hasta 52 kilos, pero llego con 47 o 48. Es para que se marquen mejor los músculos y los cortes, ¿ves? (hace poses con sus brazos para marcar biceps y triceps).

María Teresa la tiene clara. No quiere perder por nada del mundo su condición de mujer, por eso trabaja su cuerpo al límite, en busca de sentirse cada vez mejor.
Mal no le va.

La Dama pampeana de los fierros



Laura tiene 17 años. Está en el último año del colegio secundario Provincia de La Pampa y fuera de su actividad escolar la mayor parte de su tiempo lo dedica al levantamiento de potencia, una actividad no muy difundida como deporte y, mucho menos, entre las adolescentes mujeres.

Debe haber varios prejuicios sobre lo que hacés...
"Y sí, te miran un poco raro. Se piensa que es un ambiente solo de hombres y que por levantar pesas se te deforma el cuerpo. Y claro que te cambia el cuerpo, pero de la mejor manera, o al menos a mí me gusta porque tonificás y te sentís fuerte. Además, si hay algo que me atrajo de hacer este deporte es el ambiente que hay, cómo todo el mundo te ayuda y te da una mano".
Si su inesperado debut con las pesas fue promisorio, mucho más resultó la participación en el campeonato que la clasificó al próximo Mundial, que por primera vez se hará en nuestro país y que tendrá como marco el imponente paisaje de las Cataratas del Iguazú, en Misiones, desde el 28 de septiembre. Además de Laura serán otros dos adolescentes santarroseños los que irán a la competencia de Powerlifting. Facundo Piermattei y Facundo Symouang, ambos de 17 años, también estarán en la cita que empieza en pocos días.

"Yo entreno tres horas por día, y lo que buscás es superarte a vos mismo. Esto no es contra otro, el límite está en tu cabeza, eso lo aprendí mucho con este deporte. Todos los días me miro al espejo y digo: 'me voy a superar', creo que eso debería ser la base de todos los deportes", opinó la joven.
Laura compite en tres especialidades de potencia: sentadilla, fuerza en banco plano y despegue. Su cuerpo -que no supera 1,60 metro- tolera hasta 100 kilos de peso, un esfuerzo que requiere la unión de mente y fuerza en dosis similares.
"En cualquier deporte necesitás del cuerpo y la cabeza, y a la hora de levantar peso se nota mucho si no estás bien de arriba. Me acuerdo de que hace poco un compañero había tenido problemas en la casa y no podía levantar algo que todos sabíamos que lo podía hacer. Tuvimos una charla, se dio cuenta de que todo pasaba por su mente y finalmente pudo sin problemas. Es notorio cómo puede afectarte si tenés un barullo interno", señaló.

¿En qué pensás cuándo tenés que hacer semejante esfuerzo?
"En realidad tenés que estar muy concentrada, pero es cierto que a veces venís a entrenar y te motivás pensando en algo que te dio bronca, que tal profesora no te aprobó en una materia o que en tu casa no te dejan ir al boliche el fin de semana. Ahí te agarra una bronca bárbara y levantás cualquier cosa", dijo entre carcajadas.
Más allá del Mundial, Laura hace planes para su futuro mediato. Tiene decidido emigrar de la provincia para estudiar kinesiología. Una vez instalada en Buenos Aires, la prioridad la tendrán los libros, pero tampoco dejará de lado lo que más le gusta.
"Buscaré un gimnasio para poder seguir, aunque está claro que lo más importante será encontrar un buen ambiente. Para mí el levantamiento de potencia se transformó en una pasión, así que quiero seguir. Si no llego a poder estoy segura de que cada vez que vuelva me voy a sacar las ganas", resaltó.

¿Te tratan diferente en el gimnasio por el hecho de ser mujer?
"Hay una cuestión de prejuicios de los hombres respecto a las mujeres que está presente en todos lados. Muchas veces me dicen: 'Ah no, Laura, no pongas tanto peso, no vas a poder'. Solo por el hecho de ser mujer y de que supuestamente no podés hacer tal cosa. ¿Y por qué no voy a poder? Una conoce sus limitaciones, hasta donde puede dar, y si no te excedés de eso creo que no tenés que tener problemas".
Laura es la menor de cuatro hermanas. Como quedó claro no tiene en cuenta las miradas ajenas y sí se siente atraída por algo en especial, va a en busca del objetivo, por eso su sueño es embarcarse en una misión de paz. Ayudar a quienes más lo necesitan.

"Desde chica me gustó hacer ese tipo de cosas. Varias veces para Navidad y Reyes Magos con una de mis hermanas juntamos juguetes y ropa y donamos todo a barrios carenciados. Lo de la misión de paz es algo que voy a cumplir, como sea. Me acuerdo de que cuando pasó lo del terremoto en Haití yo sentía que tenía que estar ahí; me conmueve cuando sucede una tragedia y se necesita ayuda", aseveró. El ruido de las pesas se escucha por todos lados. La respiración acelerada y la transpiración dibujan el ambiente de cualquier gimnasio. Y Laura siente que ése es su lugar. "A mí me encanta, yo puedo estar todo el día. Lo que más me gusta de este deporte es la gente y cómo se crea un espíritu solidario. Y no importa que seas mujer, todo está en la actitud".




Desde el 28 de septiembre y hasta el pasado sábado 4 de este mes se desarrolló el torneo que reunió a los mejores del powerlifting en Cataratas del Iguazú. En total participaron doscientos quince atletas.

Laura Castrilli, de 17 años, logró el campeonato en Despegue y el récord mundialista con 100 kilos, además del subcampeonato en powerlifting, detrás de la brasilera Suzanna Pexoto.

Mónica “La Gata” Acosta y su pasion por el pugilismo

Defenderse a las piñas. Golpear para que dejen de golpearte. Poner el cuerpo para acabar con la violencia. Mónica “La Gata” Acosta hizo todo eso y descubrió en el boxeo algo más que una trinchera. “Creo que empecé a boxear para devolver con la misma moneda, sí. Al principio, cuando me subía al ring, pensaba en situaciones que me tocó vivir y decía ‘vos vas a pagar’. Canalizaba ahí todo mi odio.”

Para ella los hombres eran todos iguales. No había conocido otra cosa. Un padre golpeador. Un cuñado violento. Un novio machista, cobarde, maltratador. “A los 14 años me puse de novia, fue mi primer amor adolescente. Al poquito tiempo empezó la agresividad. Él se volvió posesivo, celoso y yo me sentía culpable. No fui al viaje de egresados, dejé de estar con mis amigas. Pensaba que cediendo iba a lograr que él cambiara, pero no. En realidad, él iba ganando terreno. Cuando cumplí los 15 me fui de casa y entonces me tomó como si yo fuera de su propiedad; empezó a manejarme completamente. Tenía que pedirle permiso para todo, era un carcelero”.

La cuestión es que un día Mónica se calzó los guantes, y no para lavar los platos. En terapia esto sería sublimación, pero al colectivo feminista le gusta hablar de “empoderamiento”. Si cada piña significó una reparación, cuánto debió haber sufrido esta mujer que muestra dos cinturones de campeona del mundo en la categoría superligero (AMB y CMB), que en el ring es “La Gata” y que hoy, a los 34 años, acumula 52 peleas, 19 de ellas como profesional y está invicta, con 17 triunfos (tres por KO) y dos empates.  dos derrota.


¿En qué momento se te ocurre que el boxeo puede ser tu manera de salvarte?

En realidad, ya llevaba casi seis años de noviazgo, y mucho tiempo de maltrato, cuando empecé a boxear. Él me agredía por cualquier cosa: por mi manera de vestirme, de hablar, de peinarme, por mi forma de ser. Me llegó a pegar con el puño cerrado, patadas, tirones de pelo. Según el lugar y el motivo que desatara la pelea, era el castigo. Gracias al boxeo pude armar mi propio escudo. No tengo gran técnica, no soy una noqueadora, pero trabajo duro y me sobra temperamento para pelearle a quien sea. Así logré plantarme y decir ‘vos a mí no me tocás’. Eso fue liberador.


¿Qué te hizo decir basta?

Fue durante un impasse en la relación que, por un tema físico mío, arranqué en el gimnasio. Al poco tiempo volví con este pibe. Un día que estábamos discutiendo de nuevo y me agredió, yo le puse una mano en medio de los ojos. Él se quedó helado. En ese momento entendí que yo podía defenderme y mi cabeza hizo un click. No pasó mucho hasta que lo dejé definitivamente. Fue la única vez que me pegó en la calle, al punto que casi quedo desvanecida. Cuando salí del trabajo me estaba esperando, había gente delante y no le importó nada. Un policía que vio la paliza me salió de testigo y logré una prohibición de acercarse. Tuve que luchar mucho, incluso contra mis propios impulsos, para no ir a buscarlo… Para no volver con él.

¿Qué pasa con la feminidad de una boxeadora?

A mí me gusta quedar marcada en un guanteo. Me gusta la marca, me apasiona. Mi manera avasalladora de ir al frente y aguantar hasta el último round es una característica propia. Pero después me gusta estar bien arreglada, incluso con ropa exuberante. No me siento para nada una machona. Es más, creo que para subirnos al ring todas nosotras nos preparamos, no solo físicamente, cuidamos el peinado, la ropa, y cada detalle estético.


¿Qué tiene este deporte que logró cambiarte la cabeza?

A mí me permitió salir adelante. El boxeo me brindó el apoyo y la contención que había perdido. Creo que también fue el hecho de soñar que se puede, estando en lo más bajo, llegar a lo más alto. Y saber que dependés de vos, que es con tus fuerzas, con tu valor, eso levanta la autoestima. A mí me costó mucho creer que era posible armar mi propia familia, tener un hogar basado en el amor, donde no haya violencia. Después llego Lautaro (su hijo) y Roberto (Arrieta, campeón sudamericano superpluma).

Y te fuiste a buscar un marido boxeador…

A Roberto lo conocí en un gimnasio, en un cambio de técnico. A él nunca le gustó el boxeo femenino. Sin embargo, al verme golpeando una bolsa muy dura, me dijo: ‘Por fin viene una mujer a la que le gusta trabajar en serio’. Me tocó el ego… ¡Era el mejor piropo que podían decirme!

Las damas de los Fierros y los guantes




Pese a su diminuto físico no pasa inadvertida. Su paso genera la mirada de hombres y mujeres casi por igual y le encanta que así sea. Lleva con mucho orgullo sus 50 kilos llenos de músculos y una figura muy bien formada, algo por lo que trabajó durante varios años,pero Laura Castrilli rompe el molde porque se dedica al levantamiento de potencia. Comenzó a practicar hace ocho meses y ahora viajará al Mundial.


Es cierto que su papá tiene un gimnasio y es un cultor de la disciplina, pero a ella nunca le interesó, siempre miró de reojo a ese grupo de gente que se juntaba para hacer fuerza y tensar músculos. "Cada vez que pasaba por el gimnasio pensaba: 'nunca voy a levantar una pesa'. Pero hace ocho meses mi viejo me metió de prepo en un campeonato. Me probó a la mañana y a la tarde fue la competencia. Yo nunca había entrenado ni sabía las técnicas ni nada, pero día le hizo click. y le gusto

Laura tiene 17 años. Está en el último año del colegio secundario Provincia de La Pampa y fuera de su actividad escolar la mayor parte de su tiempo lo dedica al levantamiento de potencia, una actividad no muy difundida como deporte y, mucho menos, entre las adolescentes mujeres.




Como Laura en Rio Negro se encuentra María Teresa Amrein que sabe que no es una más entre las mujeres y le encanta que así sea. Le gusta exhibir su cuerpo, pero "sin perder la sensualidad ni su aspecto femenino" y es amante de los "fierros", como le gusta llamar a las pesas.

Tiene una mirada atenta, ojos grandes y delineados de color turquesa, los labios pintados y le gusta usar su largo pelo rubio suelto.

Es campeona nacional de fisicoculturismo y entre sus principales objetivos está la consagración en el plano internacional. Condiciones y voluntad de trabajo le sobran, aunque reconoce que es muy difícil poder lograr el sueño de llegar a ser campeona fuera del país porque no son muchas las propuestas que tiene.













La boxeadora,ex campeona del mundo, Mónica “La Gata” Acosta, se refugió en el ring tras sufrir los golpes de la violencia doméstica que vivía a diario en su hogar, a través de su padre, cuñado y ex pareja. Detalles de su vida pasada y su gran presente.